El conflicto en el este de la República Democrática del Congo ha entrado en su cuarta década, con un significativo aumento en la violencia y participación de grupos armados, entre ellos, el Movimiento del 23 de Marzo. Desde su resurgimiento en el 2021, las tensiones se han amplificado considerablemente, teniendo como respuesta un reforzamiento de elementos de seguridad por parte de la RDC, en un intento de contrarrestar la creciente influencia de M23.
Este grupo se caracteriza por una lucha por el control del territorio, las personas y los recursos, el M23 se ubica en la intersección de las dinámicas de poder local, nacional y regional, siendo sus grupos armados históricamente dirigidos por comandantes tutsis, teniendo un papel relevante en múltiples conflictos de comunidades del este del Congo, así mismo, ha tenido múltiples enfrentamientos en territorios estratégicos que han impulsado la continuidad del conflicto, desde la ocupación de la ciudad de Goma en noviembre del 2012, como el control del puesto fronterizo de Bunagana con Uganda. (El Financiero, 2022)
La problemática en sí tiene raíces complejas, remontándose a la pérdida del control político en el territorio en los años noventa, siendo principalmente agravado por el intervenciones extranjeras, así como otros conflictos en la región, como lo fue en su momento el genocidio de Ruanda y los movimientos políticos internos revolucionarios. La realidad es que la polarización política ha provocado un ambiente sumamente tenso, poco comunicativo y muy dañino para la población.
Hoy en día, los alarmantes niveles alcanzados en la crisis humanitaria al este de La República Democrática del Congo, donde la violencia ha desplazado cerca de 7 millones de personas, han puesto al mundo alerta, aunque no lo suficiente. Los bombardeos y ataques de grupos armados en Kivu del Norte e Ituri han causado numerosas muertes y desplazamientos. Mientras que la situación se agrava por la precariedad de los refugios y la falta de recursos, instituciones como ACNUR intentan hacer un llamado para cesar las hostilidades y aumentar la ayuda humanitaria, no obstante, el foco político internacional no muestra interés en un conflicto vigente por más de tres décadas. (ACNUR, 2024)
La crisis humanitaria en República del Congo representa un conflicto complejo que se ha visto marcado por una consistente violencia y severas violaciones a los derechos humanos por parte de grupos armados y militares, teniendo pocos o nulos procesos legales que ayuden a combatir los abusos sistémicos de un régimen inestable. Los impactos son altos, estimando que cerca de 25 millones de personas han reportado necesitar asistencia urgente en diversos temas, incluyendo salud pública, con el reciente brote de Mpox en el territorio con más de 15,000 casos reportados y 700 muertes oficiales. (Oxfam, 2024)
Aún con un escenario complejo que parece visualizar un futuro sin cambios significativos con respecto a las tendencias actuales del conflicto, es esencial el acceso a la ayuda humanitaria ante el panorama de violencia que parece permanecer dentro de la República Democrática del Congo. Tan solo en julio de este año, el Tricontinental: Institute for Social Research publicó una carta donde aborda la compleja situación política y de seguridad, además de destacar puntos clave acerca del futuro del conflicto y los posibles caminos de la ayuda humanitaria.
En esta misma carta titulada: “The War in the Democratic Republic of the Congo Will End: The Twenty-Seventh Newsletter (2024)” Se pueden analizar tendencias como la posible continuación del conflicto de manera crónica, esto como posible consecuencia de la falta de acción ante las causas profundas como la lucha por el control de los recursos, la intervención extranjera y las divisiones étnicas (Behets, 2024). Los grupos armados como el M23 y otros respaldados por países vecinos podrían seguir ganando terreno, y el Estado congoleño seguirá debilitándose, teniendo como consecuencia la fragmentación de la región Oriental y la debilitación de la RDC, continuando así como uno de los países más pobres y conflictivos del mundo, a pesar de su vasta riqueza mineral.
El Tricontinental Institute for Research propone información que se puede analizar para prospectar escenarios de intervención y reformas estructurales, ya que con el aumento de la intervención de actores internacionales, como la ONU, la Unión Africana o potencias globales como China y Estados Unidos, se podrían llevar a esfuerzos más serios para estabilizar la región. Esto podría implicar un aumento de las negociaciones de paz y reformas internas en la RDC para consolidar el control sobre los recursos y combatir la corrupción. Por lo tanto, existe la posibilidad de un futuro que genere transiciones hacia un cambio constante, pero no necesariamente catastrófico, empujando el crecimiento hacía una relativa paz al fomentar desarrollo económico sostenido, impulsado por el control local de los recursos y una mayor estabilidad política.
En este contexto, las tendencias clave que moldean las consecuencias del conflicto se centran principalmente en la militarización y el mantenimiento de conflictos armados, debido a la presencia de grupos como el M23, que ha sido respaldado por potencias regionales como Ruanda y Uganda, además, las tensiones de países vecinos sostienen que existe un panorama de violencia que obstaculiza los esfuerzos que se realizan para establecer algún tipo de estabilidad. Con la retirada de las fuerzas de paz de la ONU se añade una capa aún más grande de complejidad ya que se podría agravar la situación de inseguridad, especialmente en las zonas orientales, que como tendencia identificada, podría extender la crisis humanitaria. A su vez, estas tendencias se ven acompañadas por el agraviado de los desastres naturales, situación que genera un aumento dentro de la crisis del desplazamiento interno del país. Resultando en más de 7 millones de personas desplazadas, lo cuál, anticipa las necesidades de vivienda, alimentos y servicios básicos sigan en crecimiento
No obstante, de acuerdo a información de Amnistía Internacional, se describe que el futuro de la ayuda humanitaria de El Congo está profundamente condicionado por el contexto actual de crisis, que abarca conflictos armados, violaciones de derechos humanos, desplazamientos masivos, violencia de género y una falta crónica de acceso a servicios básicos (Amnesty International, 2023). A partir de la información que comparte esta ONG, es posible plantear un análisis de tres posibles escenarios a futuro con los cuatro arquetipos: continuidad, colapso, transformación y disciplina, cada uno justificado por las tendencias globales actuales.
En el arquetipo de continuidad, como se ha establecido anteriormente, se esperaría que no existan cambios significativos con respecto a las tendencias actuales. Se busca priorizar la optimización de ayuda humanitaria dado el prevaleciente estado de violencia y vulnerabilidad de la población, específicamente en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur, Ituri y Tanganyika, dado que son las más afectadas por la violencia armada y la inestabilidad política, registrando alrededor de 3.3 millones de personas desplazadas, sólo en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri a marzo de 2022 (ACNUR, 2024), demostrando que un acuerdo de paz o estabilización en la región no se ven dentro de un futuro cercano.
La recomendación principal sería fortalecer la logística de ayuda humanitaria mediante la integración de actores regionales y comunidades locales, en busca de integrarlos a los procesos de decisión sobre la priorización de ayuda humanitaria.
En el arquetipo de transformación, se vería que la situación de seguridad se estabiliza en ciertas áreas, pero los conflictos y tensiones persisten en las zonas más afectadas, como el este del país, teniendo cambios significativos gracias a la intervención humanitaria, el desarme de grupos armados y demás intervenciones. No obstante, la violencia de los grupos armados remanentes y las fuerzas de seguridad continúan, dificultando la distribución efectiva de la ayuda y la estabilización del territorio.
El acceso a la educación y servicios básicos sigue siendo limitado, sobre todo en áreas rurales y zonas de conflicto. Aunque se aplican algunas reformas, como las recientes leyes de protección a víctimas de violencia de género, su implementación es lenta y con recursos insuficientes, lo cual impide que se generen cambios estructurales que fomenten la construcción de la paz. Los desplazamientos internos siguen siendo elevados, y los refugiados continúan huyendo hacia países vecinos, lo que continúa la crisis humanitaria en la región.
Las líneas de acción para este futuro serían aprovechar las ventanas de oportunidad para implementar estrategias de consolidación de paz mediante planes de financiamiento con fondos de emergencia flexibles para los picos de violencia, que permitirá una mejor gestión de refugiados y desplazamientos internos, esto en cooperación con países vecinos para garantizar la protección y acceso a servicios básicos.
Mientras que en el arquetipo de colapso la RDC podría deteriorarse aún más, con un aumento de las tensiones entre el gobierno y los grupos armados, especialmente en el contexto de las elecciones de diciembre de 2023 (Amnesty International, 2023). La violencia se intensifica en las provincias orientales, provocando nuevas olas de desplazamientos masivos y graves violaciones de derechos humanos, incluyendo ejecuciones extrajudiciales y violencia sexual generalizada, contribuyendo a la desestabilización de la región, desintegración del orden social y político y agudización de la crisis humanitaria.
La comunidad internacional, aunque presente, se ve limitada por la falta de coordinación, recursos y visibilidad al tema. Los esfuerzos humanitarios no logran cubrir las necesidades básicas, y las condiciones en los campos de desplazados y prisiones continúan empeorando. La falta de acceso a la justicia y la impunidad persisten, mientras que el gobierno de la RDC fracasa en implementar las reformas necesarias para mejorar la situación, llevando al territorio y sus habitantes a una incertidumbre política y social.
La recomendación para este arquetipo sería evitar el agravamiento de la crisis humanitaria, mediante la priorización de poblaciones vulnerables mediante mecanismos de respuesta de emergencia para mitigar violaciones de derechos humanos. Priorizar la creación de espacios que aseguren un acceso integral a servicios básicos a los desplazados, mediante la cooperación internacional que incentive mecanismos regionales con sanciones dirigidas y esfuerzos diplomáticos de conciliación.
Para finalizar con los escenarios, en el arquetipo de disciplina, se esperaría que la situación de seguridad mejorara gradualmente y de manera significativa, sobre todo en las provincias de Nord-Kivu, Sud-Kivu e Ituri, donde los esfuerzos internacionales y regionales logran reducir el poder de los grupos armados. La cooperación entre el gobierno de la RDC y los actores internacionales (como la ONU y la Corte Penal Internacional) se fortalece, logrando procesar a responsables de crímenes de guerra y mejorar el acceso a justicia para las víctimas, contribuyendo a la estabilización del territorio y mejoría de la crisis humanitaria.
Así mismo, la mejora de los mecanismos de cooperación e infraestructura humanitaria, así como la aplicación efectiva de leyes, como la que criminaliza la violencia de género tendría un impacto positivo, reduciendo los casos de abusos sexuales, violaciones a los derechos humanos y contribuyendo a la mitigación de desplazados internos forzados. El apoyo internacional, junto con reformas políticas internas, facilita el acceso a educación, sanidad y la mejora de las condiciones en los campos de refugiados, disminuyendo las tasas de violencia y explotación y contribuyendo al desarrollo del país para una reconstrucción.
Las líneas de acción sobre este futuro estarían encaminadas a consolidar los avances logrados para la construcción de instituciones que fomenten la estabilidad y garantizar el desarrollo a largo plazo, trabajando de la mano con organismos internacionales que aceleren los procesos contra criminales de guerra, promuevan la participación activa en la toma de decisiones y establezcan alianzas estratégicas que garanticen la sostenibilidad de los avances.
Igualmente, identificamos las tendencias que están determinando principalmente los hechos diarios dentro de este conflicto. Entre lo principal, se puede observar que la militarización y los conflictos armados seguirán dominando el escenario en la RDC. La persistencia de grupos como el M23, respaldados por potencias regionales como Ruanda y Uganda, junto con las tensiones con los países vecinos, mantendrán la violencia como un obstáculo importante para la estabilidad.
La retirada de las fuerzas de paz de la ONU puede agravar la inseguridad, especialmente en las zonas orientales, lo que prolongará la crisis humanitaria. Aunado a esto, el conflicto en la RDC, sumado a los desastres naturales, podrá generar un aumento en la crisis de desplazamiento interno. Con más de 7 millones de personas desplazadas, se podría especular que las necesidades de vivienda, alimentos y servicios básicos sigan en aumento. Este desplazamiento también será alimentado por la expansión de la minería y los proyectos de extracción de recursos que despojan a las comunidades locales.
Como últimas tendencias, observamos que la violencia de género, particularmente en las zonas de conflicto, podría continuar siendo una tendencia alarmante a pesar de las reformas legales destinadas a castigar la violencia sexual en el entorno bélico. Asimismo, el debilitamiento de las instituciones, podría erosionar el progreso de la protección de las mujeres y las niñas, manteniendo así altos niveles de vulnerabilidad social. La desigualdad económica en conjunto con la lucha por la soberanía de los recursos naturales podría provocar que la RDC siga atrapada en una estructura de explotación de recursos dominada por multinacionales y élites locales. La creciente conciencia sobre la necesidad de soberanía económica podría impulsar movimientos nacionalistas que busquen recuperar el control sobre los recursos naturales. Sin embargo, las dinámicas internas de corrupción y la presión externa por parte de actores como el FMI podrían dificultar la implementación de un proyecto económico soberano.
Referencias
Arianna. (2024, July 18). Construyendo futuros posibles: explorando los cuatro arquetipos de futuro y sus implicaciones para la estrategia empresarial. FJ Intelligence. https://fjintelligence.com/cuatro-arquetipos-de-futuro/
ACNUR México -. (2024, 23 febrero). ACNUR expresa su alarma por la creciente crisis humanitaria en el este de la República Democrática del Congo. ACNUR México. https://www.acnur.org/mx/noticias/notas-de-prensa/acnur-expresa-su-alarma-por-la-creciente-crisis-humanitaria-en-el-este-de
Amnesty International. (2023). Human rights in Democratic Republic of the Congo. Amnesty International. Obtenido, 2024, de: https://www.amnesty.org/en/location/africa/east-africa-the-horn-and-great-lakes/democratic-republic-of-the-congo/report-democratic-republic-of-the-congo/
Behets, J. (2024, Julio 4). The War in the Democratic Republic of the Congo Will End: The Twenty-Seventh Newsletter (2024). Tricontinental: Institute for Social Research. Obtenido, 2024, de: https://thetricontinental.org/newsletterissue/congo-dossier/
Crisis en la República Democrática del Congo | Oxfam International. (2024, 2 abril). Oxfam International. https://www.oxfam.org/es/que-hacemos/emergencias/crisis-en-la-republica-democratica-del-congo
Crisis intratable en la República Democrática del Congo. (s. f.). www.elsaltodiario.com. https://www.elsaltodiario.com/sidecar/crisis-intratable-republica-democratica-del-congo
Conversation. (2022, 2 noviembre). ¿Qué es el M23 y cuál es su papel en los conflictos del Congo? El Financiero. https://www.elfinanciero.com.mx/mundo/2022/11/02/que-es-el-m23-y-cual-es-su-papel-en-los-conflictos-del-congo/?outputType=amp