El Futuro de la Crisis Alimentaria en Myanmar

Introducción

El conflicto interno en Myanmar, que comenzó tras su independencia en 1948, ha estado marcado por tensiones étnicas y políticas entre diversos grupos armados y el gobierno central​.La marcada diversidad étnica del país, con minorías que representan un tercio de la población y la mitad del territorio, ha agudizado las tensiones sociales. Tras el golpe militar de 1962, el general Ne Win impuso un gobierno autoritario que intensificó las violaciones de derechos humanos,  especialmente contra los grupos de los Karen y los Rohingya, radicalizando a los grupos separatistas​. El levantamiento de 1988, "8888", resultó en miles de muertes en protestas contra la junta militar SLORC38​ y aunque Aung San Suu Kyi ganó las elecciones de 1990, la junta se negó a ceder el poder (Aung-Thwin, 1989).

Durante los años 2000, la represión militar y desplazamientos masivos en las zonas de Kayin y Kachin, provocaron una crisis de refugiados y desplazados internos (Naciones Unidas, 2019). Pese a que en 2011 se instauró un gobierno civil, las tensiones étnicas continuaron y  desde 2016, las operaciones militares contra los Rohingya en Rakáin fueron catalogadas como limpieza étnica por el ACNUDH (Neuman, 2017)​. El golpe de Estado de 2021 marcó una nueva etapa del conflicto, con la creación de la Fuerza de Defensa del Pueblo y los enfrentamientos armados subsecuentes (OHCHR, 2024).

Como consecuencia de la crisis, Myanmar ha tenido un impacto devastador en su seguridad alimentaria. El conflicto armado y los desplazamientos han desestabilizado las cadenas de suministro y limitado el acceso a alimentos para millones de personas. A medida que la violencia se intensifica, las zonas rurales, donde la agricultura es crucial, enfrentan dificultades para mantener la producción, exacerbando la escasez alimentaria (Confederación Suiza, 2024; PMA, 2024).

En Myanmar 15.2 millones de personas padecen inseguridad alimentaria, de las cuales 12.9 millones se encuentran en condiciones graves (PMA, 2024; FSIN, 2024). Los desastres naturales, la propagación de enfermedades y la inestabilidad económica han empeorado la crisis, afectando a los más vulnerables, como niños, mujeres y comunidades desplazadas, quienes enfrentan altos niveles de desnutrición (ONU, 2024).

Contexto Actual de la Seguridad Alimentaria en Myanmar

La profunda crisis alimentaria en Myanmar ha empeorado debido a la inestabilidad política y los conflictos. Entre 2000 y 2020, el país logró progresos en la reducción del hambre, pero estos avances se revirtieron desde 2020, con un aumento significativo en la inseguridad alimentaria y la malnutrición y para 2022 el 27% de la población se encontraba en inseguridad, afectando desproporcionadamente a desplazados internos y hogares rurales, especialmente aquellos encabezados por mujeres (PMA, 2023).

Ante los recursos limitados, los socios humanitarios han priorizado a los grupos más vulnerables, alcanzando al 58% de los desplazados internos, más de 1.2 millones. Sin embargo, solo el 29% de otras personas afectadas y el 16% de los apátridas no desplazados han recibido apoyo. UNICEF prestó servicios preventivos a casi 4,000 niños. El Clúster de Nutrición asistió a 214,270 personas, el 35% del objetivo fijado, y brindó servicios a más de 212,000 niños y mujeres embarazadas pese a los desafíos de conectividad (UNICEF, 2024).


Ayuda Humanitaria actual: 

Con pocas perspectivas de un regreso seguro a Myanmar, la mayoría de los casi 1 millón de refugiados rohingya residen en campos de Cox 's Bazar, Bangladesh, enfrentando inseguridad alimentaria aguda y dependiendo de una ayuda humanitaria que es susceptible a recortes de fondos.

Myanmar es el país con el plan de respuesta humanitaria de la ONU menos financiado a nivel mundial. El problema principal radica en la incompatibilidad entre la naturaleza de la crisis humanitaria y las herramientas y mecanismos que la comunidad internacional ha implementado para abordarla (IISS, 2024).

A pesar de los obstáculos significativos, la comunidad humanitaria ha mantenido sus esfuerzos para asistir a las poblaciones afectadas. En la primera mitad de 2024, se logró proporcionar ayuda a más de 2.1 millones de personas, aproximadamente el 40% de la población objetivo en el Plan de Necesidades y Respuesta Humanitaria (HNRP) para ese año. Este avance, que duplicó el alcance logrado en el primer trimestre, destaca un aumento en la eficacia de la asistencia. Sin embargo, el alcance general sigue siendo insuficiente debido a la financiación extremadamente limitada, lo que ha dejado a 3.2 millones de personas sin recibir asistencia. (Naciones Unidas, 2024).

Tendencias y factores que agravan la crisis: 

1. Conflicto armado, represión militar y desplazamiento forzado: 

Desde el golpe militar de 2021, la inseguridad ha generado desplazamientos masivos, destrucción de infraestructuras y acceso limitado a servicios esenciales. Para finales de 2023, 2.8 millones de personas estaban desplazadas, con más de la mitad dependiendo de asistencia externa para alimentos. Las restricciones de movimiento y la inseguridad han dificultado las operaciones humanitarias. Además, una cuarta parte de los agricultores reportó impedimentos para acceder a fertilizantes, reduciendo las áreas de cultivo, especialmente para pequeños productores (FSIN, 2024). En este contexto, las mujeres sufren desproporcionadamente, perdiendo ingresos y enfrentando cargas de trabajo no remunerado, aumento de la inseguridad y del miedo (UNDP, 2024).

Las proyecciones sugieren que Myanmar continuará fragmentado hasta 2028, con la junta controlando entre el 30% y 40% del territorio, y otros grupos controlando un tercio más (EIU, 2024).

2. Crisis económica: 

Debido a la escasez y el conflicto, los precios de los alimentos básicos, especialmente el arroz,  aumentaron considerablemente entre 2022 y 2023. En enero de 2024, la canasta básica de alimentos era un 69% más cara que en el mismo mes de 2023 (FSIN, 2024). Se espera que la economía de Myanmar siga deprimida hasta 2028. El conflicto seguirá provocando pérdidas generalizadas de empleos y desplazamientos de población.

Los ingresos reales se verán aún más afectados por la inflación extrema. El caos político debilitará el sentimiento económico y la actividad inversora. El déficit comercial se reducirá, pero sólo como resultado de una reducción forzada de las importaciones. En medio de presiones sobre la balanza de pagos, la junta limitará las importaciones, coaccionará las remesas y frenará las salidas de capital. La provisión de bienes públicos será extremadamente deficiente, como se refleja en la escasez crónica de energía  (EIU, 2024).

3. Capacidad limitada de las organizaciones humanitarias:

Las organizaciones humanitarias en Myanmar están severamente limitadas por la inseguridad, los impedimentos burocráticos y la interrupción de las cadenas de suministro. Entre abril y junio de 2024, se registraron 323 incidentes que obstaculizaron el acceso humanitario, incluidos enfrentamientos armados, restricciones y violencia contra el personal y las instalaciones (FSIN, 2024). Muchas organizaciones operan en secreto debido a controles estrictos y deben cambiar frecuentemente sus puntos de servicio y nombres (Sida, 2024). La crisis se está convirtiendo en un conflicto olvidado, ya que el Plan de Respuesta Humanitaria de la ONU para 2023 solo recibió un tercio de los fondos requeridos. En 2024, se necesitarán casi mil millones de dólares para asistir a 5.3 millones de personas prioritarias, incluidas las comunidades rohingyas en Cox 's Bazar y Bhasan Char (ONU, 2024; PMA, 2024).
4. Cambio climático y desastres naturales:

Myanmar se encuentra entre el 10% de los países más vulnerables al clima y los desastres riesgosos. Los peligros incluyen terremotos, inundaciones, ciclones, sequías y deslizamientos de tierra (PMA, 2023).

El ciclón Mocha tocó tierra en mayo de 2023 provocando inundaciones generalizadas y destrucción de infraestructuras que afectaron a 3,4 millones de personas y dañaron o inundaron 326.000 hectáreas de tierras agrícolas, lo que afectó la disponibilidad de alimentos para los agricultores de subsistencia, especialmente en las regiones occidental y noroccidental (FSIN, 2024).

5. Servicios inadecuados y salubridad:

Tanto la defecación al aire libre como el consumo de agua potable de fuentes contaminadas son comunes en los campamentos y sitios de desplazamiento mientras la infraestructura de desplazados internos luchaba por satisfacer las necesidades de una creciente población desplazada y las enfermedades infecciosas y transmitidas por insectos han presentado un incremento en dichas zonas. En los estados de Shan, Kachin y Rakhine, las instalaciones sanitarias han resultado dañadas o abandonadas debido a una nueva ola de combates desde noviembre de 2023 . Además, persiste la falta de espacios seguros para la lactancia materna en los campamentos y entre las poblaciones desplazadas (FSIN, 2024).

Escenarios prospectivos

Para la exploración de escenarios sobre el futuro de la crisis alimentaria en Myanmar hasta el año 2028, se estructuró una matriz 2x2, utilizando dos factores de alta incertidumbre de los mencionados con anterioridad: Conflicto Armado y Represión Militar (alto/bajo) y Cambio Climático y Desastres Naturales (alto/bajo). Estos ejes permiten formular recomendaciones específicas en función de los desafíos identificados en cada escenario.

Escenario 1: Alto Conflicto y Alta Vulnerabilidad Climática

Este escenario, el más probable, describe una crisis profunda en Myanmar donde los conflictos armados y la represión militar alcanzan niveles críticos. Esto provoca desplazamientos masivos y destruye infraestructuras agrícolas. La ayuda externa permite a la junta militar sostener su ofensiva contra los grupos opositores, mientras los desastres naturales, como ciclones y sequías, agravan la inseguridad alimentaria en zonas rurales. Se estima que más de 20 millones de personas padecen inseguridad alimentaria aguda, y el desplazamiento forzado supera los 5 millones.

La inseguridad generalizada dificulta la distribución de alimentos por parte de organizaciones humanitarias, y el financiamiento internacional sigue estancado. Fenómenos climáticos como El Niño elevan los precios de los alimentos, afectando especialmente a mujeres y personas en situación de pobreza. La crisis económica empeora, los precios del arroz suben, y los pequeños productores enfrentan escasez de insumos como fertilizantes. El agotamiento de los suelos reduce la productividad agrícola y aumenta la vulnerabilidad climática. La junta militar incrementa la explotación de recursos naturales para financiarse, intensificando la deforestación, especialmente en áreas propensas a inundaciones, lo cual limita la capacidad de mitigación climática natural de la región.

Escenario 2: Alto Conflicto y Baja Vulnerabilidad Climática

Para 2028, Myanmar enfrenta un alto nivel de conflicto armado y represión militar, lo que obstaculiza significativamente las operaciones humanitarias y ha causado el desplazamiento de millones de personas. La producción agrícola en zonas relativamente seguras se mantiene estable debido a la baja frecuencia y severidad de los desastres naturales, reduciendo el impacto climático. Sin embargo, las restricciones militares limitan el acceso a alimentos en gran parte del país. La población desplazada sobrevive en condiciones precarias sin posibilidad de reconstrucción inmediata de infraestructura para la agricultura, o producción pecuaria.

Escenario 3: Bajo Conflicto y Alta Vulnerabilidad Climática

La reducción en la represión y conflictos armados permite mayor acceso de las organizaciones humanitarias y una relativa paz en varias regiones. Sin embargo, el cambio climático extremo y desastres naturales frecuentes afectan drásticamente la agricultura y aumentan el riesgo de hambruna. La inseguridad alimentaria impacta especialmente en áreas rurales, y se prevé que las pérdidas agrícolas incrementen los precios de los alimentos.

Myanmar recibe asistencia internacional significativa para desarrollar una infraestructura de resiliencia climática. A través de un esfuerzo coordinado entre ONGs, el gobierno y agencias internacionales, se implementan estrategias de adaptación al cambio climático, como el desarrollo de tecnologías agrícolas resistentes a sequías y ciclones. Al mismo tiempo, con la disminución de enfrentamientos armados en ciertas regiones, las comunidades agrícolas desplazadas pueden volver a sus tierras. Los programas humanitarios mejoran su capacidad logística para atender a los más vulnerables. Para el 2028, la crisis alimentaria se reduce gracias a la mejora en la producción agrícola.

Escenario 4: Bajo Conflicto y Baja Vulnerabilidad Climática

En este escenario optimista, la disminución del conflicto armado y la estabilidad climática facilitan el retorno de desplazados y la recuperación de la producción agrícola, reduciendo la inseguridad alimentaria a un 10% para 2028. Las organizaciones humanitarias mejoran su acceso y distribución de alimentos mediante alianzas con actores locales y mayor seguridad en ciertas áreas.

A pesar de la persistencia de conflictos en zonas fragmentadas, programas como los del PMA alcanzan financiamiento estable, cubriendo las necesidades de 5.3 millones de personas hasta 2028. Las comunidades agrícolas se recuperan paulatinamente gracias a las inversiones en prácticas sostenibles y apoyo a pequeños productores. La economía se estabiliza lentamente, permitiendo a las familias recuperar parte de su poder adquisitivo.

Figura 1. Elaboración Propia

Conclusión

La crisis alimentaria en Myanmar es un problema complejo ligado al conflicto armado, la represión militar, las limitaciones económicas y el cambio climático, que sigue afectando a millones de personas con acceso limitado a recursos esenciales. La inestabilidad política y la fragmentación territorial empeoran la situación, afectando especialmente a las comunidades rurales y desplazadas. Ante este panorama, es crucial que la respuesta internacional vaya más allá de la ayuda inmediata y se enfoque en fortalecer la resiliencia comunitaria y la distribución equitativa de recursos. 

El artículo plantea cuatro escenarios futuros con recomendaciones que priorizan rutas humanitarias, colaboración local y desarrollo de infraestructuras resilientes. A menos que se logre una estabilización política y un compromiso efectivo, se prevé que la inseguridad alimentaria y el desplazamiento aumenten, con millones de personas en riesgo de hambruna y esfuerzos humanitarios insuficientes.

REFERENCIAS

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